En 1953 Ray Bradbury escribía; “Y del otro lado del río se alzaba el
árbol de la vida con doce clases de frutos, y daba sus frutos todos los meses.
Y las hojas del árbol eran la salud de las naciones.” Como señala el Sr. Bradbury, hay
otros lados. Es difícil en estos tiempos que corren encontrarlos. Pero existen
y viven entre nosotros. Los músicos de Tapate con la Manta de Tu Trio han logrado
con su disco crear un “Otro Lado”. Y
¿Cómo se construye un lugar así? Con originalidad, creatividad y riesgos. ¿Porque
digo riesgos? Porque Tapate con la
Manta de Tu Trio arriesga y gana, como decía aquella
publicidad del Casino del Balneario de la Atlántida Uruguaya
de los tiempos de mí infancia. Arriesgan a tener dos cantantes, igualmente
potentes y bien diferentes, con colores de voces muy personales que en temas
como “Malditas zanahorias naranjas” o
“J.M.B.” explican la solidez de esta
banda porque se intercalan, se fusionan y dan una constante sensación de
frescura. Más y mas registros, más y más texturas. La línea de bajo, guitarra y
batería, siempre firme y muy precisa en el disco, demuestra un trabajo exhaustivo y buscado. Con
la particular y original característica de combinar en un mismo track, lo acústico
con lo electrónico sin perder nunca la sensibilidad musical, llegando a sonar hasta
Folk, de tipo samba norteño como “Electro
Tick all Is” o “La Inglesita ” o
mostrar su poderosa energía electropop con algo de Trip como en “Sarah Connor” o “Fantomima”. Las letras son un párrafo a parte; En la “Nena” o “Mí Único País” transitan entre una cotidianidad mágica, sí Gabriel García Marquez me deja; “No dormí mucho. La nena tiene hojas de
papel amarillo. El agua también habla en su cara sin trampa” con una mirada del mundo de corte existencialista que
abre reflexiones del tipo “La vida es una
cueva, es una prueba” “No llames sufrimiento a lo que estas
sintiendo, todo se reduce a un momento.” En
resumen, un disco altamente recomendable para aquellos que andan con ganas de
escapar de esté enjambre de cables, comunicaciones
y virtualidad, la manta… les brinda una morada en el “otro lado del río.”
Giorgios Scratch
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